Rusia acelera y Ucrania se plantea ceder territorio si no llega ayuda
En Kiev cunde el desánimo por la falta de armas y los ataques rusos a su sistema energético. Zelenski se plantea entregar territorio ante la falta de colaboración occidental, sobre todo de EEUU.
El objetivo de Rusia en la nueva fase de la guerra de Ucrania, cuando el Gobierno de Kiev empieza a dar preocupantes muestras de desánimo, es el sistema de infraestructuras críticas ucranianas. Los países europeos, reunidos en el Consejo OTAN-Ucrania, han mostrado su preocupación por el creciente uso ruso de misiles de difícil intercepción y buscan cómo aumentar el envío de sistemas antiaéreos a Kiev. Sin embargo, ante la mucha retórica y la lentitud de Bruselas, Ucrania pone sus últimas esperanzas en Estados Unidos, aunque estas también se están acabando.
"Si no hay apoyo de Estados Unidos, significa que no tenemos defensa aérea, ni misiles Patriot, ni bloqueadores para la guerra electrónica, ni rondas de artillería de 155 milímetros", afirmó el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en una entrevista con The Washington Post. Sin esa ayuda, "retrocederemos paso a paso", reconoció el mandatario en referencia a los 60.000 millones de dólares que han quedado estancados en el Congreso y que no tienen visos de ser aprobados por la pugna partidista ante las elecciones presidenciales de noviembre.
Las circunstancias son complejas: la ayuda estadounidense está en vilo por el rechazo republicano a la política del presidente Joe Biden, mientras en Europa la falta de consenso y la burocracia están complicando la llegada con celeridad de municiones de artillería y sistemas antiaéreos. Los planes de asistencia europeos son a medio o largo plazo, pese a que la guerra se encuentra en un momento clave que no favorece precisamente a Ucrania.
"Si necesitas 8.000 disparos al día para defender la línea del frente, pero sólo tienes, por ejemplo, 2.000, entonces tienes que hacer menos", explicó Zelenski. El presidente ucraniano sostiene que la única solución pasa por acortar la línea del frente. "Si este se rompe, entonces los rusos llegarán a las grandes ciudades", afirmó.
La estrategia rusa de asfixiar la retaguardia ucraniana
La estrategia rusa complica más el asunto: mientras el frente de guerra se mantiene estático, salvo algunos pequeños avances rusos en Donetsk, el Kremlin apuesta por centrar su potencial aéreo y misilístico en la destrucción de las infraestructuras críticas civiles y militares de Ucrania. Rusia ha multiplicado sus ataques contra el sistema eléctrico, los depósitos de combustible, las centrales hidroeléctricas y el suministro de agua potable en todo el territorio. Un bombardeo masivo contra tres centrales térmicas este viernes dejó sin energía a buena parte del país y el Gobierno se vio obligado a establecer cortes de electricidad de emergencia.
Rusia ha multiplicado sus ataques contra el sistema eléctrico ucraniano
El objetivo es dañar la ya maltratada economía ucraniana, debilitar la retaguardia ucraniana en unos momentos en los que se necesita toda la fuerza militar en el frente para afrontar los embates rusos en Donetsk y Zaporiyia, y, sobre todo, desviar buena parte del apoyo occidental a la reparación de esas infraestructuras y así restar recursos al Ejército.
El objetivo de Rusia en la nueva fase de la guerra de Ucrania, cuando el Gobierno de Kiev empieza a dar preocupantes muestras de desánimo, es el sistema de infraestructuras críticas ucranianas. Los países europeos, reunidos en el Consejo OTAN-Ucrania, han mostrado su preocupación por el creciente uso ruso de misiles de difícil intercepción y buscan cómo aumentar el envío de sistemas antiaéreos a Kiev. Sin embargo, ante la mucha retórica y la lentitud de Bruselas, Ucrania pone sus últimas esperanzas en Estados Unidos, aunque estas también se están acabando.
"Si no hay apoyo de Estados Unidos, significa que no tenemos defensa aérea, ni misiles Patriot, ni bloqueadores para la guerra electrónica, ni rondas de artillería de 155 milímetros", afirmó el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en una entrevista con The Washington Post. Sin esa ayuda, "retrocederemos paso a paso", reconoció el mandatario en referencia a los 60.000 millones de dólares que han quedado estancados en el Congreso y que no tienen visos de ser aprobados por la pugna partidista ante las elecciones presidenciales de noviembre.
Las circunstancias son complejas: la ayuda estadounidense está en vilo por el rechazo republicano a la política del presidente Joe Biden, mientras en Europa la falta de consenso y la burocracia están complicando la llegada con celeridad de municiones de artillería y sistemas antiaéreos. Los planes de asistencia europeos son a medio o largo plazo, pese a que la guerra se encuentra en un momento clave que no favorece precisamente a Ucrania.
"Si necesitas 8.000 disparos al día para defender la línea del frente, pero sólo tienes, por ejemplo, 2.000, entonces tienes que hacer menos", explicó Zelenski. El presidente ucraniano sostiene que la única solución pasa por acortar la línea del frente. "Si este se rompe, entonces los rusos llegarán a las grandes ciudades", afirmó.
La estrategia rusa de asfixiar la retaguardia ucraniana
La estrategia rusa complica más el asunto: mientras el frente de guerra se mantiene estático, salvo algunos pequeños avances rusos en Donetsk, el Kremlin apuesta por centrar su potencial aéreo y misilístico en la destrucción de las infraestructuras críticas civiles y militares de Ucrania. Rusia ha multiplicado sus ataques contra el sistema eléctrico, los depósitos de combustible, las centrales hidroeléctricas y el suministro de agua potable en todo el territorio. Un bombardeo masivo contra tres centrales térmicas este viernes dejó sin energía a buena parte del país y el Gobierno se vio obligado a establecer cortes de electricidad de emergencia.
Rusia ha multiplicado sus ataques contra el sistema eléctrico ucraniano
El objetivo es dañar la ya maltratada economía ucraniana, debilitar la retaguardia ucraniana en unos momentos en los que se necesita toda la fuerza militar en el frente para afrontar los embates rusos en Donetsk y Zaporiyia, y, sobre todo, desviar buena parte del apoyo occidental a la reparación de esas infraestructuras y así restar recursos al Ejército.
Misiles hipersónicos que burlan las defensas de Kiev
Este sábado, la televisión rusa mostraba las imágenes de su ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, de visita en una fábrica de armas en la región siberiana de Altái especializada en la manufactura de componentes para granadas de obús y proyectiles antiaéreos, misiles de lanzaderas múltiples, lanzagranadas y armas ligeras.
Con su producción militar a pleno rendimiento, Rusia está utilizando misiles y cohetes que pueden superar la barrera antiaérea ucraniana. Pese a disponer Ucrania de modernos sistemas antimisiles Patriot, no son ni mucho menos suficientes. El Ejército ucraniano se ve con muchas dificultades para afrontar los ataques combinados de drones, misiles de crucero y misiles balísticos hipersónicos rusos. Los sistemas antiaéreos pueden destruir la mayor parte de los misiles de crucero y los drones, pero los balísticos hipersónicos no suelen errar sus blancos.
Kinzhal (puñal, en español) es como se denomina en ruso a esos misiles hipersónicos capaces de alcanzar objetivos a 2.000 kilómetros, con una velocidad de 6.000 kilómetros por hora. Su lanzamiento va acompañado por una cascada de drones y misiles de crucero encargados de despistar a las baterías antiaéreas ucranianas. Y no solo dañan las infraestructuras energéticas civiles y militares. Aunque la información ucraniana se limita a señalar cuáles han sido las centrales de electricidad o los sistemas energéticos alcanzados, en los partes de guerra oficiales rusos aparecen también ataques con éxito a polvorines, arsenales, fábricas de armas y aeródromos.
Así ocurrió hace una semana cuando Rusia lanzó la mayor oleada de bombardeos con misiles y drones desde que comenzó la guerra el 24 de febrero de 2022. Los ataques dejaron a más de un millón de personas sin electricidad y también fueron cuantiosos los daños a instalaciones militares. Los ataques contra las infraestructuras críticas ucranianas y los objetivos militares, muchas veces con misiles disparados desde aviones que operaban fuera del espacio aéreo ucraniano, ya supusieron muchos problemas para la contraofensiva lanzada por Zelenski en junio del año pasado. Ese ataque masivo no pudo sobrepasar las líneas defensivas levantadas por los rusos desde finales de 2022 por todo el frente.
También bombas planeadoras
Rusia está empleando también bombas planeadoras, un elemento de ataque mucho más barato y en muchas ocasiones más eficaz por la dificultad de ser interceptadas. También evitan que los aviones que las lanzan se expongan a los sistemas antiaéreos enemigos. Según el ministro de Defensa ucraniano, Rustem Umérov, la semana pasada el Ejército ruso utilizó en sus ataques 190 misiles, 140 drones y 700 de esas bombas guiadas.
Las bombas planeadoras son más baratas y eficaces para los ataques
Este tipo de proyectiles son menos precisos que los misiles, pero su capacidad de destrucción es si cabe mayor y Ucrania no dispone de suficientes medios antiaéreos como para afrontar esta múltiple amenaza. Por eso, en el marco del Consejo OTAN-Ucrania, Umérov y su colega de Exteriores, Dmytro Kuleva, pidieron el jueves a los aliados occidentales el suministro urgente de más sistemas de misiles Patriot para defender cualquier punto de Ucrania que pudiera ser considerado por los rusos como un objetivo bélico. Se trata de asegurar la retaguardia para poder centrar los esfuerzos militares en la línea del frente.
En la reunión en Bruselas del Consejo OTAN-Ucrania, de nuevo hubo más promesas de armas y muchas palabras de apoyo, pero la ayuda sigue sin llegar de forma decisiva. Se acerca el buen tiempo y hay muchas posibilidades de una gran ofensiva terrestre rusa en el Donetsk, para intentar penetrar hacia el noroeste en dirección a Járkov, y en Zaporiyia, en el sur, con el objetivo de crear un amplio cortafuegos en el mismo área que eligió Ucrania para lanzar su fallida contraofensiva del año pasado.
Putin: un ataque ruso contra la OTAN es un "disparate"
En la nueva etapa de la guerra, que tendrá su epicentro este verano, Ucrania centra sus esperanzas también en los cazas de combate occidentales F-16, prometidos para los próximos meses por Occidente, pero el presidente ruso, Vladímir Putin, ha advertido de que si esos aviones despegan de aeródromos europeos, estos se convertirán también en objetivo de sus fuerzas armadas.
Esta semana Putin intentó calmar el nerviosismo europeo sobre una inminente guerra entre Rusia y la OTAN, con un hipotético ataque ruso a Polonia o los países bálticos. El último en contribuir a este estado de pánico fue el primer ministro polaco, Donald Tusk, en una entrevista publicada por la alianza de medios europeos Lena, que integran entre otros el diario español El País. "Cualquier escenario es posible. No habíamos vivido una situación así desde 1945. Sé que suena devastador, sobre todo para la gente de la generación más joven, pero tenemos que acostumbrarnos mentalmente a una nueva era. Estamos en una época de preguerra. No exagero. Cada día es más evidente", advirtió.
Donald Tusk: "No habíamos vivido una situación como esta desde 1945"
Ese inevitable ataque ruso a países de la OTAN es "un total disparate" y "una intimidación a la población europea para sacarles dinero" y sufragar la carrera de armamento, respondió el jefe del Kremlin en una reunión con pilotos militares en la región de Tver, vecina de Moscú. Putin explicó que en 2022 el gasto militar de Estados Unidos alcanzó los 811.000 millones de dólares, mientras que el de Rusia no pasó de 72.000 millones. "¿Acaso con esa correlación vamos combatir contra la OTAN? Es una sandez", aseveró.
Objetivo: los aeródromos europeos de F-16
Sin embargo, Putin agregó una advertencia muy preocupante y que parecía contradecir su anterior llamada a la calma. A la pregunta de un piloto sobre si las fuerzas aéreas rusas destruirían esos aviones en los propios aeródromos de la OTAN si desde ellos despegaran para cumplir misiones en Ucrania, Putin fue contundente. "Por supuesto. Si se utilizan desde aeródromos de terceros países, se convierten para nosotros en objetivos legítimos, donde quiera que estén ubicados", afirmó.
Putin recordó también que ese tipo de aviones puede portar armas nucleares. El Kremlin ya ha reiterado que Rusia empleará bombas atómicas si ve amenazada su integridad territorial, que ahora incluye las cuatro regiones ucranianas conquistadas en esta guerra, más la península de Crimea, anexionada en 2014. Bélgica, Dinamarca, Noruega y los Países Bajos se han comprometido a donar F-16 a Ucrania. Además, una coalición de países occidentales está capacitando a los pilotos ucranianos para el uso de esos aparatos, pero nada se dice de su futuro mantenimiento en la guerra.
El mantenimiento de los F-16 es muy complejo y surgen las preguntas. ¿Habrá técnicos de la OTAN en Ucrania para garantizar el funcionamiento de estos aviones? Y si tienen algún problema importante, ¿volarán para su reparación a los aeródromos de Polonia, Alemania o de cualquier otro país de la OTAN? Lo peor de todo es que Rusia, como ha advertido Putin, sabe cómo resolver de raíz este problema.